Los cambios que se
producen en la sociedad y que determinan el desplazamiento del modelo
tradicional de formación, generan la necesidad de redefinir el papel del profesor
y, en consecuencia, de proponer nuevas alternativas para su formación y
desarrollo profesional.
El nuevo papel del profesor
debe consistir en la creación y coordinación de ambientes de aprendizaje
complejos, proponiendo a los estudiantes un conjunto de actividades apropiadas
que les apoyen en la comprensión del material de estudio, apoyados en
relaciones de colaboración con los compañeros y con el propio docente.
En otros términos, el
profesor debe actuar como mediador del aprendizaje, ubicándose más allá del
modelo de profesor informador y explicador del modelo tradicional. Esto supone
que pueda seleccionar adecuadamente los procesos básicos del aprendizaje en
cada materia y subordinar la mediación a su desarrollo, a través del uso de
estrategias cognitivas y metacognitiva.
Los cambios en la función
docente han sido expresados por Collins (1998) y suponen el tránsito:
Ø De una enseñanza general a una enseñanza
individualizada
Ø De una enseñanza
basada en la exposición y explicación a una enseñanza basada en la indagación y
la construcción
Ø De trabajar con los
mejores estudiantes a trabajar con grupos diversos
Ø De programas homogéneos a programas
individualizados
Ø Del énfasis en la
transmisión verbal de la información al desarrollo de procesos de pensamiento
Se requiere, en
consecuencia, de un profesor entendido como un “trabajador del conocimiento”
(Marcelo,2001), más centrado en el aprendizaje que en la enseñanza, diseñador
de ambientes de aprendizaje, con capacidad para optimizar los diferentes espacios
en donde éste se produce, atendiendo particularmente la organización y disposición
de los contenidos del aprendizaje, con un seguimiento permanente de los estudiantes.
Se espera que el
profesor, en esta nueva orientación centrada en el aprendizaje del estudiante,
sea capaz de responder a los rápidos cambios en el conocimiento científico
tecnológico y en las concepciones del aprendizaje, que utilice de manera creativa
e intensiva las nuevas tecnologías, que reoriente su enfoque pedagógico hacia una
enseñanza más personalizada, a partir de la comprensión de las diferencias individuales
y socioculturales; que conozca y pueda aplicar nuevas concepciones de gestión
del proceso educativo, generando liderazgo académico, y que pueda vincularse con diversas instituciones e
instancias que promueven aprendizajes formales e informales.
La enseñanza
universitaria, particularmente, muestra una gran preocupación por lograr un
desempeño docente de mejor calidad. En este nivel educativo el interés por la transformación
del personal docente es mayor, considerando que muchos profesionales llegan a
la docencia sin elementos de formación específicos para realizar actividades de
enseñanza.
La ANUIES (2000)
propone, en relación con los roles que habitualmente han desempeñado los
profesores:
- Deberá generarse una importante transformación, de manera que ya no sean fundamentalmente conferencistas o expositores, sino además, tutores; guías que conduzcan los esfuerzos individuales y grupales del autoaprendizaje por parte de los alumnos; personas que los induzcan a la investigación o a la práctica profesional; y ejemplos de compromiso con los valores académicos humanistas y sociales que las instituciones de educación superior promueven.
Si lo que se busca en
la formación universitaria no es solamente el almacenamiento de información y
la repetición rutinaria de tareas, sino la comprensión y transferencia de lo
que se aprende, es necesario que el profesor aprenda la forma de implicar a los
estudiantes para que construyan el conocimiento de manera activa, participando
y colaborando con otros compañeros, y requiere de un conocimiento más profundo
de las disciplinas que enseña así como de las formas pertinentes de representarlas
para que sean comprensibles al estudiante. Grossman, (1990) citado por Marcelo(
1998) presenta el siguiente diagrama:
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